jueves, 20 de septiembre de 2012

"Balanceándome"


Mes y medio 


Después de ya estar asentada, es hora de hacer un poquito de balance.

La vida en Guadalajara es peculiar, bien peculiar.

Me gustaría hablaros  del ritmo, éste es como caótico, a veces los tapatíos jalan (tiran) de ti de un lado a otro, casi todos los días siempre hay muchas posibilidades de hacer un poco de todo, pero la velocidad a la que lo hacen es pausada, demorada, con calma; cuando vi como funcionaban pensé “este es mi lugar”, pero aunque me estoy haciendo a la idea de no dejar de andar de un lado a otro, el ritmo “ahorita” hay días que me consume, sí, es como si en cada palabra contaran todo un cuento, y en cada paso demoraran todo un camino, pero así es la neta, todo con la calma, quizás dentro de un mes pueda decir que  al menos parcialmente curé mi ansiedad por llegar tarde a los lugares, pero a día de hoy todavía me enervo bastante con este tema.
Al mismo tiempo, la ciudad de Guadalajara tiene grandes contrastes, de la noche al día hay un cambio de lo más radical. Poco antes de amanecer la gente se prepara “apresuradamente”, los carritos y puestos ambulantes de comida van saliendo a las calles como hormigas en fila, preparando con sospechosa higiene los trocitos de carne y fruta que luego con aderezo picoso devorarán a todas horas los estómagos curtidos jalicienses y algún que otro estómago forastero. Pero una vez el sol ya asoma, la gente se echa a las calles, los fresas a sus carros y puedes encontrar personas por todas partes, trabajando, caminando, platicando o sentados en una esquina mirando los quehaceres del resto, pero no te sientes sola, si quieres platicar siempre habrá dispuesto alguien a darte plática o ride si no tienes idea de como llegar a tu destino. Pero a medida que el día avanza y la tarde va llegando la gente parece escapar antes de que llegue la noche, y cuando está ya está aquí, solo las luces rojas de los taxis y los focos de unos tímidos carros parecen seguir con vida, en cambio, nosotros, atrevidos o simplemente que nos negamos a dejarnos atrapar por este hábito, procuramos que nuestro día tarde un poco más en morir y tratarnos de no resignarnos a la oscuridad y al temor que como gatos al agua tiene acá.


En cuanto a la gente, también se pueden apreciar marcadas diferencias, en cuanto al tema económico, ya mismamente desde la ruta de mi camión (la 45 por si alguien le da curiosidad) puedes apreciar como se distinguen las zonas y las gentes. Por ejemplo, cuando agarro el camión en la zona nueva y financiera de Chapultepec por la calle López Cotilla puedes ver por la mugrienta ventanita del camión, tanto cochecitos como casas bien pintonas hasta llegar al centro, pero a partir de ahí la ruta cambia, las calles y las casas se dan codazos las unas con las otras, los baches se hacen norma en la carretera y los coches van pretendiendo funcionar aunque muchas veces sin éxito completo.
El siguiente punto de conflicto es la comida, cuando llegué me negaba a tomar cualquier cosa de la calle, ya que no es nada recomendable si como antes mencionaba no tienen un estómago curtido, pero según los días pasaban y el hambre se presentaba en mitad de la nada, allá donde miraba siempre había un puesto o tienda de tacos, es por eso que desde varias semanas atrás deje de hacer ascos, aparté mi  esencia tiquismiquis y me lancé a comer como tapatía. El resultado es un tanto contradictorio, si bien mi paladar va encontrando agradable la comida en cierto modo algo picosa (exceptuando el jodido cilantro que a asco me sabe), mi estómago opinó que me estaba flipando demasiado, que cortara el rollo, y me devolvió el favor agarrando una chistosa bacteria (écoli o salmonella) que seca me dejó en unas horas. Pero no hay problema, de momento, ya hubo reconciliación y procuramos cuidarnos un poquito para que el desencuentro no se vuelva a producir.
Y qué más ¡ah sí! Para terminar me gustaría dejar un poquito más claro el tema de la seguridad, no sé si es que estamos un poco ciegos o sordos, que no miramos la televisión (cosa que es cierto) ni leemos la prensa (a menos que paremos por un kiosquillo a curiosear), pero la neta es que de momento aunque sí que siempre hay chismes relacionados con temas chungos de narcos, muertes y bloqueos, aquí en Guadalajara estamos bien, nosotros al menos,  el punto es no meterse en malos rollos, andar con cuidadín y sobretodo si no podemos ocultar nuestra cara de forasteros no más, no nos vean perdidos como pollo sin cabeza.

En definitiva, vamos a estar unos mesecitos por acá, al principio todo son diferencias pero poco a poco estamos aprendiendo tanto a comprenderlas como a valorarlas, de eso se trata ahorita, es por eso que me está encantando esto de conocer completamente de nuevas tanto la gente como a la cultura en la que vivo, y qué coñe, que puedo decir que estoy feliz.


lunes, 17 de septiembre de 2012

Lo que hay que ver... la neta

Buenas!!
 después de un largo letargo, he sufrido enfermedad y diversión en altas dosis, y otra vez me he atrevido a volver a escribir por estos lares. Hoy no veo la necesidad de restregar a nadie el paraíso que hemos visitado y lo bien que lo hemos pasado, eso será en otro momento, hoy, por el contrario he decidido comentar ciertas peculiaridades de la vida acá; por eso de que soy un poco TOC, voy a enumerar y comentar 3 peculiaridades que he ido viviendo:

1.- Docilidad mexicana.
Estos carteles, son la equivalencia de los vados españoles, o lo que viene a ser el "aterrador" -llamo a la grúa-. Aquí no se andan con chuminadas, para qué pudiendo lanzar un mensaje claro y conciso, la neta yo creo que habría que ir sustituyendo las placas de los garajes de España por éstas, menos gruas y más llaves! Dí que sí!
Advierto, no es coña, lo he visto ya en muuuchos lugares y la verdad es que yo en la entrada de mi garaje en Madrid disfrutaría cuando los jodidos carros se paran para comprar un pLuto chicle en el chino de al lado.


2.- Ovación en el camión.
El camión acá en México suele ser el transporte más concurrido como podéis comprobar. Se caracteriza por su nauseabundo olor en muchas ocasiones, su carencia de limpieza (es fácil quedarse pegado a las barras, aunque quizás mirándolo por el lado positivo quizás es un servicio más para no salir rebotados en algún socabón), y por último, por no aburrirte en ninguno de los trayectos, siempre puedes observar a los demás personajes (me incluyo) o vivir experiencias como la que me pasó el otro día. Pues bien, subo al camión y una niña de unos 5 años, llora y grita desconsoladamente, y yo pienso "Pobre, que sofocón lleva, ahorita se le pasará", y así fue, ahorita se le pasó (a la media hora redujo su intensidad de jodienda la pinche niña). La gente que se subía intentaba calmarla, preguntar por su mamá y cuestionarse acerca de como callarla. La mamá estaba, sí, sentada e impasible, como si disfrutara con que su hijita jodiera nuestros tímpanos, y en cuanto a los mecanismos de silenciado... ninguno funcionó, ni los gritos de la gente para que callara (insultos, imporperios hacia la mamá claro) ni la comida y chuches que la niña pudo zamparse cual oso de zoológico, nada, nada de nada. Pero algo insólito pasó, cuando por fín la niña y la madre hicieron el ademán de moverse para bajar... un mar de vítores, gritos de celebración y un sonoro aplauso empezaron a sonar, paseillo a la mocosa y a la madre, y luego todos tan tranquilos, así es México.


3.- Peligros en la vía pública.
Así es, ya he comentado que las calles son  un poco desastres... tienen sus peligros ya que hay un 99,9% de posibilidades de que haya tropezón cada vez que se sale a la calle, ya vayas por la banqueta (acera) o por la carretera. Los coches tienen que tener jodida la suspensión, pero ¿y nosotros? La verdad es que los dedos gordos de ambos pies se encuentran ya resentidos de patear lineas del piso. En contra de lo que podéis pensar, yo aún no he mordido el suelo (toco madera a la vez que lo escribo), pero gente de mi familia acá, lo ha mordido bastante bien, pero nada comparado con otro wey de mi familia, no solo lo probó sino que antes de ayer mismo, fue succionado por un agujero/alcantarilla cuando caminábamos placidamente en una bonita noche lluviosa de pLuto tormentOn. Cuando nos quisimos dar cuenta... ¿Qué pedo? ¿Qué haces ahí dentro? La verdad es que nos dio risa, todos los huesos estaban enteros, y no hubo que lamentar mordidas de cocodrilos, por lo que... una anécdota necesaria para que andemos con mil ojos.



Ya cambiando de tercio, no quiero dejar de Felicitar nuevamente a mi querido hermanito Mrio y a mi mamá, que este fin de semana fue su cumpleaños feliz y no he podido estar con ellos para achucharles, pero bueno, creo que algunas sorpresas que han recibido no les han sentado nada pero nada mal jiji.
Os dejo aquí el vídeo que le hice a mi hermano, con la ayuda de amigos y familia mexicana:



Un beso grande para todos, volveré pronto!





lunes, 3 de septiembre de 2012

Se me acabó la flojera!!

Sí, lo sé, ya era hora de volver por acá pero es que créanme que no he tenido tiempo para muchas cosas, y claro, este blog requiere de un poco de tiempo y dosis de ingenio que estando totalmente atolondrada es difícil que pueda conseguir.

Pues mirar, yo creo que la última vez que escribí fue cuando Yote, nuestro querido perrito se nos fue por las montañas del Mazamitla, el pueblo mágico que visitamos. Pues bien, esa semana estuvimos un poco apenados porque no entendimos que con lo bien que podía vivir con nosotros se fuera a otro lado, pero bueno, son cosas que pasan y ya comenzamos a planear nuestro siguiente viaje.

El siguiente de nuestros destinos fue Guanajuato, ya fuera del estado de Jalisco.

 La aventura comenzó antes de llegar a la central de camiones. Empezó a llover en el centro antes de agarrar el camión para ir a la central, sacamos nuestros bellos chubasqueros y por sorpresa rápidamente conseguimos poner rumbo a la central. El problema es que íbamos con la hora pegada, el camión empezó a recoger a todas "las gentes" (como dicen acá) y en cuanto bajamos del camión echamos a correr con nuestros macutos en plan Pekin Express. Logramos llegar y después de mucho barullo, de que no quedaban plazas y de que nos teníamos que dividir en dos grupos para seguir rutas distintas, no me preguntéis cómo, pero acabamos los 8 en el mismo camión rumbo Guanajuato. 
El camión de la compañía Primera Plus, es de esos buses que te tumbas totalmente, que te dan refresco, lonches y demás para el viaje, así que fue muy cómodo. El problema principal, es que hacía dentro un frío que pelaba, de hecho, nuestro querido "culo prieto" Richard, se puso tan campante su pijama encima bajo la atenta mirada de mi cuate fresa de asiento.
Una vez llegamos, agarramos otro camión hasta el centro de la ciudad y empezamos a buscar hostal. Después de mucho caminar, y de regatear lo máximo posible el precio, conseguimos una habitación para los 8 viajeros por 180 pesos/persona, lo que vienen a ser menos de 12 euros las dos noches -nada mal-.
En Guanajuato todo era muy pero que muy bonito, conocimos a unos chilenos el primer día y estuvimos paseando por la calles de allí. Mientras unos escalaban a lo más alto de Guanajuato (valientes ellos), otros nos quedamos recorriendo por la noche las callecitas y tienda que había por ahí, y para sorpresa nuestra un grupo enorme de algo similar a la tuna, nos enganchó a Sara, a Tania y a mí para hacer de bailarinas felices, y de premio... saludar a toooodos lo miembros de la tuna -no saben ni na los pendejos-.
Luego nos fuimos a tomar unas chelas a un sitio con música en vivo y después una plática relajada en la terraza del hostel y ya a dormir que mañana sería otro día.

El recorrido del sábado fue: visita a las momias (Setenta y tantas personas momificadas naturalmente por las propiedades de la tierra, un tanto desagradable de ver), visita al centro de la tierra (bajamos y lo más importante subimos las jodidas escaleras de la mina la Valenciana como auténticos champions) y luego un paseito por el cerro en el que estábamos y a comer algo y a descansar al hostel un ratito. Después ascensión al pLuto cerro del Pípila (hombrecillo que inició y tuvo los Santos Eggs de plantar cara a los españoles), Allí las vistas preciosas,  llegamos de día, vimos el atardecer en lo más alto y nos quedamos platicando al anochecer. De vuelta, cenamos en un sitio de menú (acá comida corrida) y unos nos retiramos de cansancio y dolores estomacales al hostel, mientras otros seguían dándolo todo en un local de salsa.
A la mañana siguiente a recoger todo, a emparejar la decena de calcetines de mil tonos y colores dispersos por el cuarto y a "rezar" para poder volver a GDL sanos y salvos. Cosas que tiene México, de repente te enteras que todas las entradas a Guadalajara están bloqueadas por los narcos, que están quemando camiones y asaltando vehículos y que ya ronda por ahí el ejército y la policía (Uy sí, dónde va a parar, mucho más tranquilos). 

Hicimos alguna pequeña compra y no nos demoramos en ir a la central para agarrar el camión rumbo a casa. El viaje fue bien, a decir verdad, fuimos un poco con el culillo apretado pero al fin llegamos sin problema. Totalmente, el viaje mereció la pena. 

Durante la semana, vuelta a la "normalidad", cierto es que todos los días acá son bien distintos, y bueno es. Algunas clases, mucha tarea (aquí se flipan demasiado, parece el instituto) y ya pensando en la fiestecilla de Josa y Buba del viernes noche.


Pero antes, un nuevo miembro de la familia, llamó a la puerta de Montenegro, una perrita de solo un mesecito, llamada Mota, que nos tiene a todos ya babeando. Lo que no me es muy agradable, es lo de limpiar las pequeñas cacas, pues sufro del estómago y esto para nada lo facilita, pero bueno, está bien siempre que no las haga en mi cuarto, pero poco a poco irá aprendiendo.


El viernes, todos preparados para la fiesta, muchas risas y muuuuchas anécdotas variadas que siento no poder compartir con vosotros. Pero la fiesta no defraudó. Dormimos en Montenegro, Sara, Vachy y yo juntitas como buenas brothermanas, y ya al día siguiente nos fuimos preparando porque la fiesta continuaba acá en casita con musiquita y cerves. Todo tranquilito y bien, charlando y pasando un buen rato para luego pasear por la avenida de Chapultepec que había conciertos y demás cosillas.

El domingo, fue día de recomponerse, intentar adelantar algo de tarea meciéndome en la hamaca y ya pensar en los planes para la tarde. Esos planes en un principio serían los de ir al mercado de San Juan de Dios a ver que podíamos encontrar por allá, pero el mercado ya estaba cerrado y siendo como es ahora la semana de los Mariachis y la Charrería nos fuimos a un concierto a ver todo aquello.


Suuuuper bonito, cada vez Guadalajara nos va gustando más y más, así que... como siempre ¡la aventura continúa!

Un besito grande para todos.