lunes, 3 de septiembre de 2012

Se me acabó la flojera!!

Sí, lo sé, ya era hora de volver por acá pero es que créanme que no he tenido tiempo para muchas cosas, y claro, este blog requiere de un poco de tiempo y dosis de ingenio que estando totalmente atolondrada es difícil que pueda conseguir.

Pues mirar, yo creo que la última vez que escribí fue cuando Yote, nuestro querido perrito se nos fue por las montañas del Mazamitla, el pueblo mágico que visitamos. Pues bien, esa semana estuvimos un poco apenados porque no entendimos que con lo bien que podía vivir con nosotros se fuera a otro lado, pero bueno, son cosas que pasan y ya comenzamos a planear nuestro siguiente viaje.

El siguiente de nuestros destinos fue Guanajuato, ya fuera del estado de Jalisco.

 La aventura comenzó antes de llegar a la central de camiones. Empezó a llover en el centro antes de agarrar el camión para ir a la central, sacamos nuestros bellos chubasqueros y por sorpresa rápidamente conseguimos poner rumbo a la central. El problema es que íbamos con la hora pegada, el camión empezó a recoger a todas "las gentes" (como dicen acá) y en cuanto bajamos del camión echamos a correr con nuestros macutos en plan Pekin Express. Logramos llegar y después de mucho barullo, de que no quedaban plazas y de que nos teníamos que dividir en dos grupos para seguir rutas distintas, no me preguntéis cómo, pero acabamos los 8 en el mismo camión rumbo Guanajuato. 
El camión de la compañía Primera Plus, es de esos buses que te tumbas totalmente, que te dan refresco, lonches y demás para el viaje, así que fue muy cómodo. El problema principal, es que hacía dentro un frío que pelaba, de hecho, nuestro querido "culo prieto" Richard, se puso tan campante su pijama encima bajo la atenta mirada de mi cuate fresa de asiento.
Una vez llegamos, agarramos otro camión hasta el centro de la ciudad y empezamos a buscar hostal. Después de mucho caminar, y de regatear lo máximo posible el precio, conseguimos una habitación para los 8 viajeros por 180 pesos/persona, lo que vienen a ser menos de 12 euros las dos noches -nada mal-.
En Guanajuato todo era muy pero que muy bonito, conocimos a unos chilenos el primer día y estuvimos paseando por la calles de allí. Mientras unos escalaban a lo más alto de Guanajuato (valientes ellos), otros nos quedamos recorriendo por la noche las callecitas y tienda que había por ahí, y para sorpresa nuestra un grupo enorme de algo similar a la tuna, nos enganchó a Sara, a Tania y a mí para hacer de bailarinas felices, y de premio... saludar a toooodos lo miembros de la tuna -no saben ni na los pendejos-.
Luego nos fuimos a tomar unas chelas a un sitio con música en vivo y después una plática relajada en la terraza del hostel y ya a dormir que mañana sería otro día.

El recorrido del sábado fue: visita a las momias (Setenta y tantas personas momificadas naturalmente por las propiedades de la tierra, un tanto desagradable de ver), visita al centro de la tierra (bajamos y lo más importante subimos las jodidas escaleras de la mina la Valenciana como auténticos champions) y luego un paseito por el cerro en el que estábamos y a comer algo y a descansar al hostel un ratito. Después ascensión al pLuto cerro del Pípila (hombrecillo que inició y tuvo los Santos Eggs de plantar cara a los españoles), Allí las vistas preciosas,  llegamos de día, vimos el atardecer en lo más alto y nos quedamos platicando al anochecer. De vuelta, cenamos en un sitio de menú (acá comida corrida) y unos nos retiramos de cansancio y dolores estomacales al hostel, mientras otros seguían dándolo todo en un local de salsa.
A la mañana siguiente a recoger todo, a emparejar la decena de calcetines de mil tonos y colores dispersos por el cuarto y a "rezar" para poder volver a GDL sanos y salvos. Cosas que tiene México, de repente te enteras que todas las entradas a Guadalajara están bloqueadas por los narcos, que están quemando camiones y asaltando vehículos y que ya ronda por ahí el ejército y la policía (Uy sí, dónde va a parar, mucho más tranquilos). 

Hicimos alguna pequeña compra y no nos demoramos en ir a la central para agarrar el camión rumbo a casa. El viaje fue bien, a decir verdad, fuimos un poco con el culillo apretado pero al fin llegamos sin problema. Totalmente, el viaje mereció la pena. 

Durante la semana, vuelta a la "normalidad", cierto es que todos los días acá son bien distintos, y bueno es. Algunas clases, mucha tarea (aquí se flipan demasiado, parece el instituto) y ya pensando en la fiestecilla de Josa y Buba del viernes noche.


Pero antes, un nuevo miembro de la familia, llamó a la puerta de Montenegro, una perrita de solo un mesecito, llamada Mota, que nos tiene a todos ya babeando. Lo que no me es muy agradable, es lo de limpiar las pequeñas cacas, pues sufro del estómago y esto para nada lo facilita, pero bueno, está bien siempre que no las haga en mi cuarto, pero poco a poco irá aprendiendo.


El viernes, todos preparados para la fiesta, muchas risas y muuuuchas anécdotas variadas que siento no poder compartir con vosotros. Pero la fiesta no defraudó. Dormimos en Montenegro, Sara, Vachy y yo juntitas como buenas brothermanas, y ya al día siguiente nos fuimos preparando porque la fiesta continuaba acá en casita con musiquita y cerves. Todo tranquilito y bien, charlando y pasando un buen rato para luego pasear por la avenida de Chapultepec que había conciertos y demás cosillas.

El domingo, fue día de recomponerse, intentar adelantar algo de tarea meciéndome en la hamaca y ya pensar en los planes para la tarde. Esos planes en un principio serían los de ir al mercado de San Juan de Dios a ver que podíamos encontrar por allá, pero el mercado ya estaba cerrado y siendo como es ahora la semana de los Mariachis y la Charrería nos fuimos a un concierto a ver todo aquello.


Suuuuper bonito, cada vez Guadalajara nos va gustando más y más, así que... como siempre ¡la aventura continúa!

Un besito grande para todos.





No hay comentarios:

Publicar un comentario