Muy a mi pesar os tengo que comentar una triste noticia:
Yote ya no va a estar más con nosotros, os explico; el viernes pasado decidimos
irnos de fin de semana nada más y nada menos que a uno de los conocidos como
pueblos mágicos. En un principio toda nuestra intención era pasar 2 noches en
Tapalpa, pero debido a que una vez en los carros nos desviamos del camino
correcto, decidimos ir a otro pueblo mágico llamado Mazamitla (para mí siempre
será Matilda porque no lo consigo decir bien). En el camino amenizado por
canciones salsonas y algún que otro bailoteo pudimos disfrutar de las hermosas
vistas del gran lago Chapala, enorme y precioso, os lo prometo, nunca vi nada
ni medio parecido, rodeado de montañas enormes y todo tremendamente verde,
también a nuestro paso pudimos cruzar 2 pueblitos a orillas del lago que tenían
un encanto verdaderamente particular. Ya
llegando a nuestro destino, debíamos buscar cabañas (no cabañas típicas de
madera a lo cutre, no, sino casitas estupendas con sus jardines bien cuidados y
sus magníficas vistas), y al final encontramos la nuestra, donde podríamos
dejar a los dos perros que llevábamos y pernoctar Hugo, Sara, Dani, Josa, Vachy,
Iván, Beto y Yo.
Una vez asentados en nuestras humilde morada, bajamos al
pueblo donde acabamos empapados en busca de bebida y comida para pasar una
noche estupenda y un desayuno mejor. Cenamos en sitio de la plaza del pueblo
unos tacos variados (barbacoa, chorizo y adobo) y alguna quesadilla y de ahí
nos fuimos a casita con unos buenos paquetes de leña para encender nuestra
chimenea.
La noche sin más fue espectacular, nos lo pasamos muy padre
tomando y jugando a diversos juegos (cartas y demás), y cuando nuestros
cuerpines no alcanzaban a dar más de sí, llegó la hora de dormir. Dormimos juntas
Sara, Vachy y yo, hacía tanto frío que
nos metimos con forro polar, pañuelos y 8 mil mantas en la cama, pero a medida
que pasaba la noche fue todo lo contrario ¡jodo qué calor! Aquí en México pretenden volvernos locos, o
te asas o te hielas.
A las 11 de la mañana amanecimos, y Sara, Hugo y yo nos pusimos a cocinar unas tortillas y huevos revueltos para desayunar con una
buena salsita picante acompañada con un jugo de mango delicioso ¡Sabor!
A las 12:30 movilizamos a todos para hacer una caminata por
la montaña, y la insistencia que tuvimos las mujeres en ir hacia allá, sin duda
nos traicionó, digamos que acabamos reventadas subiendo las pLutas cuestas de
la montaña, agotaditas acabamos, la resaca salió a la luz con retardo y no tuvimos
más remedio que descansar en un llanito en medio del bosque mientras los
perritos correteaban incansables.
Una vez el descanso había acabado, pedimos “ride”
y unos chavos nos bajaron en su “pick up” (o como quiera que se diga) a Hugo,
Sara, Vachy, a los perritos y a mí, sin duda toda una experiencia que no
podíamos dejar pasar.
Ya en el pueblo, recorrimos las callecitas y puestos y
comimos unas gorditas de frijoles con queso, chorizo y demás cosas buenas.
Cuando el resto de los chicos llegaron al pueblo (a pie,
claro está), recargamos provisiones y compramos para preparar un deliciosa
barbacoa a la mexicana. Sin duda, no decepcionó, los chefs Beto y Josa, nos
instruyeron en el arte de los asados y no veáis lo bonitas y coloridas que son
acá las parrillas.
Entre chelas y comida el tiempo fue pasando y la noche
llegó; hoy tocaba pasar la noche en la planta de arriba, también con chimenea,
entonces subimos todos menos los perros. Un rato más tarde y cuando nos
quisimos dar cuenta, Yote ya no estaba en el jardín, solo estaba el otro
perrillo. Yote se fue, lo buscamos por todas partes pero no apareció y al día
siguiente después de hacer una batida por el pueblito y preguntar a algunas
personas nos dimos por vencidos, Yote se quedó en Mazamitla, tenía la
oportunidad de vivir con nosotros como un rey, pero sin duda prefirió el pueblo
y las montañas en lugar de la ciudad, quizás yo, sinceramente, hubiera hecho lo
mismo. Esperamos y deseamos que
nuestro pequeño Yote crezca sano por allá y quién sabe si algún día en estos
meses nos le encontramos, vive en un pueblo mágico y… ¡Todo puede ser posible!
Por último no me gustaría despedirme sin hacer un guiño a mi
“brothermana” Vachy que ayer cumplió 22 añitos. No todo el mundo tiene la
suerte de celebrar su cumpleaños en México. Ayer la pobreta estaba un poquito
malita, pero no hubo mucho problema, celebramos una cenita con algunos
españolitos y los roomies en nuestra casa; pedimos pizza al domino’s y como
tardó más de lo normal… nos salió gratis, luego cantamos el cumpleaños feliz en
3 lenguas y finalmente disfrutamos una deliciosa tarta de queso con zarzamora ¡Delicioso!
El fin de semana si nuestros cuerpos se recuperan y/o no enferman volveremos a
celebrarlo ya en modo party total.
Ya después de aguantar esta parrafada me despido hasta nuevo
aviso, donde os comentaré como fue mi experiencia universitaria acá.
Un beso enorme guapuras.